viernes, 26 de septiembre de 2008



Todo aquel que cree en Cristo, recibe por Su nombre la remision de
pecados.. los pecados, rojos como la grana, vienen a ser blancos como la nieve (Isa_1:18); los ha echado tras de Sí, y los ha deshecho como una nube (Isa_38:17; 44:22); los ha arrojado al fondo del mar (Mic_7:19). Los ha olvidado (Mic_7:18). Ya no existen más delante de Él (Jer_50:20). La misericordia de Dios demanda toda nuestra alabanza. La convicción de pecado es una de las mayores gracias que el Señor nos puede conceder. En efecto, se trata de la llave que da acceso a todas las demás. Esta convicción sólo puede ser producida por Su Espíritu (Joh_16:8). Para ser justificado, el hombre debe ante todo ser consciente de su necesidad. Si pretendemos no tener pecado, mentimos (1 Joh_1:8, 10); si confesamos nuestros pecados, el Señor es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Joh_1:9). Las personas no arrepentidas debieran prestar oído a la solemne advertencia de La convicción de pecado es una de las mayores gracias que el Señor nos puede conceder. En efecto, se trata de la llave que da acceso a todas las demás. Esta convicción sólo puede ser producida por Su Espíritu (Joh_16:8). Para ser justificado, el hombre debe ante todo ser consciente de su necesidad. Si pretendemos no tener pecado, mentimos (1 Joh_1:8, 10); si confesamos nuestros pecados, el Señor es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Joh_1:9).